domingo, 31 de agosto de 2008

Nuevo vestido: ¿de verano o de fiesta?

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Imprime esta entrada Este es mi nuevo vestido.

La costura siempre me ha fascinado. De un material prácticamente bidimensional, con unos cortes y costuras se transforma en un objeto tridimensional y dinámico. Es milagroso.

Cuando era pequeña y nos mudamos a esta ciudad, mi madre se encontró con una máquina de coser olvidada en la nueva casa. Ese fue el comienzo de mi relación con la costura. Desde entonces, durante mi infancia, venía una modista (E.) a casa una vez a la semana y confeccionaba ropa para mi familia o arreglaba los desperfectos: cremalleras estropeadas, rodilleras, etc. Mi madre se paseaba por la ciudad con un cuadernillo y dibujaba los vestidos bonitos que veía en los escaparates. Luego E. los transformaba. Siempre tuve mucha ropa. A mí me gustaba verla trabajar, la máquina de coser en movimiento, los patrones de papel de seda, los alfileres sujetando los cortes de tela... (además siempre tenía un montón de maquillaje y potingues en el bolso y me dejaba jugar con ellos) Después, cuando ya era un poco mayor, me enseñó a enhebrar la máquina, hacer las canillas y sacar los patrones. Mi madre debe tener todas las revistas Burda desde el '74; año arriba, año abajo.

Siempre había querido aprender a coser. El primer conato fue al comenzar la carrera. Había una huelga en la facultad. Para matar el tiempo me apunté a clases de corte y confección hasta que las clases comenzaron. El momento definitivo llegó cuando vivíamos en Brasil. La enana nº1 ya había nacido y me hablaron de una chica que enseñaba a domicilio. En teoría sé diseñar mis propios patrones, pero soy muy vaga. Prefiero comprar revistas y no tener que pensar tanto... Diseñar un modelo y trazar el patrón para ello es bastante difícil, casi una ciencia. Tienen mucho de cálculo matématico y visión espacial: arquitectura del cuerpo (¡vaya horterada!).

Este modelo sale una vez más de la revista brasileña Manequim, que recibo puntualmente todos los meses. ¡Cómo le gusta a los brasileños vestirse de fiesta! No me había dado cuenta en la foto, pero este vestido me parece que va a quedarse para Nochevieja, no me veo yendo al trabajo así. He tardado un año en hacerlo. El año pasado lo ví, compré la tela, saqué el patrón y lo corté. Todo iba viento en popa. El corte del tejido es lo más importante y lo había hecho correctamente. Esta tela tiene su aquel: la miras y se mueve, tiene vida. Me da pavor. Si lo cortas mal puedes despedirte, es casi imposible de arreglar. El primer paso estaba dado. Me puse a ensamblarlo, pero no me cuadraba. Es un vestido forrado, no se le ven la costuras interiores, queda perfectamente rematado. Total, lo dejé en barbecho. Al principio de este verano, de camino al trabajo, iba reflexionando sobre el vestido en cuestión. No me gusta darme por vencida. De repente lo vi claro. Comprendí cómo lo tenía que juntar para que quedara perfecto; y voilà: coser y cantar. !En un periquete estaba listo!

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