martes, 23 de junio de 2009

Capítulo XI El Cairo

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Imprime esta entrada A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano para ir al aeropuerto de Abu Simbel, de allí a Assuan y seguidamente a El Cairo.

Ya nuestro guía, la noche anterior, de una forma entre misteriosa e inapelable, nos había comunicado que aunque ellos hacían todos los esfuerzos porque el plan se cumpliera, quizás, tal vez, no pudiéramos llegar a El Cairo y tuviéramos que quedarnos algunas horas en Assuan, donde, por otro lado, seríamos tratados muy bien.

Bien, pues esta especie de amenaza se materializó, en ausencia de nuestro guía, que había desaparecido, yendose con otros dos turistas, con más suerte que nosotros a... precisamente El Cairo.

Dejados en el aeropuerto de Assuan, en compañía de guías desconocidos, que nos anunciaron que tendríamos que pasar todo el día en Assuan, tuvimos que emplearnos a fondo, y exigir que nos llevaran a El Cairo, tal como estipulaba nuestro plan de viaje.

Una de nuestras compañeras dirigió la operación "protesta", llegando a hablar hasta con la agencia en España.

El único que había conservado el plan de viaje era C., mi marido. Al llegar a Egipto nos habían pedido los papeles de la agencia, pero C. le pidió a M., nuestro primer guía, fotocopia del mismo, a lo que no se pudo negar. Eso nos sirvió mucho, pues allí estaba la hora del vuelo Assuan-El Cairo y hasta el número del vuelo.

Después de un cierto desconcierto, aparecieron cinco plazas en el avión, al cual nos subieron a uña de caballo. Cuando ya estabamos dentro del avión comprobamos que faltaban dos personas de nuestro grupo, información que no nos habían dado.

Esto hizo que viajáramos inquietos. Al llegar al aeropuerto de El Cairo, nos fue aclarada la situación. Nuestros dos compañeros venían en el vuelo siguiente. Se nos ofreció llevarnos al hotel, donde podríamos esperarlos con toda comodidad, pero optamos por quedarnos hasta que llegaran. No queríamos más sorpresas. Al fin llegaron y pudimos olvidarnos del incidente. "Cosas egipcias" nos dijimos.

Moraleja: "Nunca sueltes un plan de viaje suministrado por la agencia... y ningún otro papel".

Nos llevaron pues, atravesando El Cairo al Hotel Conrad en la avenida del Nilo. Gran hotel, con magnificas vistas sobre el río. Nos alojaron en la planta Ejecutiva, que entre otra cosas tenía buffet frío y refrescos todo el día y caliente durante dos horas al día, con posibilidad de tomar bebidas alcohólicas, en un gran salón reservado a tal fin en el piso 22.
Mientras atravesábamos la ciudad, para llegar al hotel, ya nos dimos cuenta del enorme caos de esa aglomeración humana, una de las mayores del mundo.

Según oímos, fue proyectada para cuatro millones de habitantes y va camino de los dieciocho.
Una densa capa de contaminación la cubre, y las bellezas que contiene están sumergidas en el hiperurbanismo, que la posee. También hay mucha basura a la vista, pues los cairotas tiene la costumbre de dejar lo que les sobra encima de las terrazas de las casas, así sean restos de algún arreglo, como ladrillos o cemento, o trastos viejos de diversos usos. Sospecho que el servicio de recogida de basuras no está muy extendido y/o no es eficaz.

Se veían muchos minaretes de las innumerables mezquitas y bastantes cruces de las iglesias cistianas.

Al llegar al hotel fuimos directamete al salón Ejecutivo donde tomamos unos canapés y unos refrescos que nos sirvieron de comida. Tomamos posesión de la habitación donde había una enorme cama con almohada de plumas, muy cómoda y una terracita desde la que se podía contemplar el Nilo y el caos urbano.

El Cairo, Al-Qahira en árabe, que significa "La Triunfante", es la mayor ciudad del mundo árabe y de Africa. Llamada también por sus habitantes "La madre de todas las ciudades" y "la ciudad de los mil minaretes".

Su fundación por los romanos, como campamento militar, data del s. II a.C., pero su nombre actual se debe a los fatimíes que la refundaron en el s. X d.C. Tiene una larga y complicada historia, como se desprende de su larga existencia y muchos monumentos importantes e interesantes, pero la superpoblación e hiperurbanizacion, han destruído el encanto que sin duda tuvo.

Es la primera ciudad africana que visito y debe ser la más grande e importante, pero ya se nota que uno está en otro mundo.

Teníamos la tarde libre. Decidimos C. y yo ir andando al Museo Egipcio. Para llegar tuvimos tres cuartos de hora de recorrido a pie. Atravesamos el caos circulatorio, sin semaforos, sin pasos de cebra, sin señales; pero... los conductores se entienden, a veces a gritos, no de protesta sino de ayuda y colaboración, y no pasa nada, aunque parece continuamente que va a ocurrir una catástrofe. Para los peatones es peor. Nadie les hace el menor caso, y hay que jugarse el tipo para atravesar la calle.

Pasamos, pues, por tiendas, más bien tienduchas, donde el dueño estaba fuera sentado charlando con los del barrio, talleres de reparaciones diversas, paradas de bus que contribuían no poco al caos circulatorio, algún gran hotel como el Hilton, varios ministerios y organísmos oficiales, con vigilancia militar. Había, en cada edificio oficial, un soldado armado con metralleta, parapetado tras un escudo fijo, que le tapaba todo menos la cabeza. Hay que tener en cuenta que Egipto lleva más de cuarenta años en régimen de excepción, lo cual quiere de decir que tendrá las libertades democráticas más o menos suspendidas. Allí se ve mucho militar armado.

Hay una policia militar, dedicada al turismo, que se llama apropiadamente Policía Turística.

Por fin llegamos al Museo Egipcio, en la plaza Tahir. Allí está la colección de arte egipcio más importante del mundo.
Desde 1.798, con la conquista de Egipto por Napoleón, se sacaron del país innumerables tesoros,
hasta la creación, en 1.835 del Servicio de Antigüedades de Egipto, fundada para proteger los monumentos y los tesoros de la expoliación. Los objetos y tesoros del Egipto faraónico han tenido diversas visicitudes, aún con la creación de este Servicio, pues la primera colección reunida, fue regalada por el pacha Abbas al emperador Maximiliano de Austria durante su visita a Egipto. Parte de los objetos depositados en el siguiente Museo se perdieron en una crecida del Nilo. El actual Museo se inauguró en 1.902. En 1.922 experimentó un gran crecimiento con la incorporación del contenido de la tumba de Tutankhamon, descubierta en el en el Valle de los Reyes, por el arqueólogo inglés Howard Carter, única tumba encontrada sin expoliar. Actualmente se está construyendo un gran Museo en Giza, que contendrá 150.000 piezas.
En el Museo pasamos un par de horas, de las que se hacen cortas. Aunque el espacio es insuficiente para el gran número de tesoros que tienen, parte de los cuales están en los depósitos, lo que hay expuesto es magnifico. Esta dividido según los periodos de la historia egipcia, con mucho orden.

Pudimos ver en la gran sala con claraboya del museo. Lo mostrado en el collage es:
  1. La paleta de Narmer, de los primeros tiempos de la historia. Asombra la perfección que había alcanzado esta civilización.
  2. Una de las columnas que representan a Akenathon, el faraón hereje, procedente del templo de Amon en Karnak, de cuando todavía era Amenofis IV, pero ya con su extraña fisonimia.
  3. La impresionante escultura del faraón Zoser, de la III Dinastía, cuya pirámide escalonada está en Saqqara, no lejos de El Cairo.
  4. La triada del faraón Micerino, con la diosa Hathor y la representación femenina de uno de los nomos de Egipto.
  5. Los esposos Rahotep y Nefret, sacerdote y lugarteniente del faraón; ella de la familia del faraón Keops. Era costumbre pintar al varón más oscuro y a la mujer más clara, como se puede observar.
Pensaban los egipcios que las esculturas y demás representaciones del faraón debían ajustarse lo más posible a su imagen real, de manera que se le identificara perfectamente en el otro mundo. Lo mismo regia para los demás personajes. De ahí el realismo que acompañó siempre este arte.

Otra de la cosas que nos llamó la atención fue la Estela de Merenptah, faraón de la Dinastía XIX, que reinó de 1.213 a 1.203 a.C. La estela fue encontrada en su templo funerario del Valle de los Reyes, en la gran necrópolis de Tebas, en Luxor. Ha alcanzado gran notoriedad porque el texto incluye la única mención de los egipcios a Israel o mejor dicho a los israelitas; en la penúltima línea, dentro de la enumeración los pueblos derrotados por Merenptah.

La referencia es esta:

---Ysriar (Israel) está derribado y yermo, no tiene semilla---

Se habla de las gentes de Israel, por el gentilicio que acompaña al nombre, mostrando que para los egipcios de esa epoca, Israel no era considera como un país propiamente dicho. La cita hace pensar que Merenptah es el faraón mencionado en el texto biblico del Éxodo.

Todas estas obras aunque muy importantes, son sólo una pequeñísima parte de lo que hay allí.

Dejamos el Museo a la hora del cierre y volvimos por el mismo camino al hotel; esta vez fuimos por el paseo que va a lo largo del Nilo. Tuvo que ser muy bonito y aún conserva parte de su encanto; pudimos ver que es un lugar elegido por las jóvenes parejas para pasear. Pero el caos circulatorio se lo ha comido con los escalectrix, que salen del mismo paseo y otras aberraciones. Aún así disfrutamos de las vistas y del gran río.

Acabamos la velada en el salón reservado, donde haíiamos quedado con F. y A. Hicimos honor a las bebidas fuertes y a los manjares del buffet, pequeña muestra de especialidades egipcias.
Hasta el próximo capítulo...

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