jueves, 17 de diciembre de 2009

Opiniones de un payaso, Heinrich Böll

2 comentarios
Imprime esta entrada Buscando un libro para leer, me topé con esta obra de otro premio Nobel. Tanto Nobel en mi estantería y yo sin enterarme. ¡Ah! ¡La ignorancia!

Este me ha parecido un libro extremadamente melancólico.

Tengo la suerte de vivir con un alemán que me ha explicado el momento socio-cultural que se vivía en la posguerra en esa zona de Alemania. Resulta que los alemanes se tiraron en los brazos de la religión, a través de diversas organizaciones, como reacción anti nazi. Para exculpar sus pecados. Para dar estructura a su sociedad, para salir del agujero. Además la zona de Bonn era católica. Digo era porque personas religiosas en Alemania se deben poder contar con los dedos de la mano actualmente...Resulta útil saber esto para apreciar bien el libro.

Lo primero de todo me gustaría aclarar el término payaso. No se trata de la historia de un payaso de circo, con zapatos grandes, peluca naranja y nariz roja. Hoy en día no lo llamaríamos payaso sino showman. Nuestro protagonista se gana la vida en cabarets: sabe cantar, hacer números cómicos, malabares, tocar un instrumento.

La estructura de la obra me ha gustado: en una tarde, a través de llamadas telefónicas con familia y conocidos, Hans nos relata su vida.

Es un personaje reflexivo, melancólico, naïv al cien por cien y muy espiritual. Una persona que se siente fuera de lugar en todo lugar. Casi desde su mismo nacimiento. Tiene la cualidad de ver el mundo de otra manera que el resto de la sociedad. No conoce el compromiso. Por eso no puede aceptar a su familia, ni las convencionalidades tanto de las organizaciones católicas como las luteranas, ni las de la sociedad. Esto hace que se vaya quedando solo. Primero se siente desertado por su familia. Luego su novia lo abandona. Por fin, él se abandona a sí mismo, consiguiendo quedarse solo.

Me choca por un lado la madurez del personaje, que rechaza la ayuda de su familia, se independiza y trabaja para ganarse la vida y sostener a su novia (con la que vive aunque sin estar bendecidos por el matrimonio). Por otro lado, resulta increíblemente infantil. Es incapaz de adaptarse a la sociedad, es intransigente con su familia, se lamenta de su suerte como un niñito pequeño. ¿Quién no se ha escondido alguna vez debajo de la cama para que su familia piense que ha desaparecido y luego se los ha imaginado a todos llorando y lamentando no haberle hecho más caso? Pues esto mismo es lo que Hans hace. Recrearse en su desgracia. Caer cada vez más bajo.

Al principio el personaje me causó ternura. Más adelante desesperación, pues yo soy más bien combativa: en mis esquemas no entran las lamentaciones. Bueno sí, para desahogarme, pero en seguida se me pasa. Al final aceptación. Él es como es, no puede acabar de ninguna otra manera.

Con esto se acaban las lecturas amenas hasta el final de las oposiciones.

2 comentarios:

Una pulga más says:
viernes, 18 diciembre, 2009

No conozco al autor.Buscando en Wikipedia, veo la figura de un hombre muy castigado por la vida, La guerra, detenido en Francia y Bélgica. La muerte de su hijo, la destrucción de su casa durante los bombardeos.
Son vidas duras que a veces sacan la sensibilidad de las personas y otras su peor naturaleza. Parece que no es el caso de Böll, y ya me has picado el gusanillo para leer algo de este autor.

Ana H.H. says:
viernes, 18 diciembre, 2009

Pues mira, gracias a tu información ya sé algo más de este autor.
Besinos